Yayi Literaria

En este blog publicaré trabajos originales de cuento y poesía de mi autoría y aún inéditos. Se encuentran protegidos bajo licencia Creative Commons. Se puede distribuir no comercialmente siempre que sea citando a su autora y a la fuente original de publicación web. Por cualquier duda, me pueden enviar un mail.
Espero disfruten de mi trabajo literario.
Yayi Brenlle

miércoles, 26 de agosto de 2009

ELLA

Aunque la tarde era fresca, el calor la estaba achicharrando. Se trataba de un calor que le venía desde adentro, muy adentro, y que amenazaba con calcinarle las experiencias futuras.
Sin saber el porqué, sacó los muebles al patio y se puso a pintar los pisos de la casa. Cuando estaba por la mitad del piso del comedor, el calor era aún más insoportable, así que decidió dejar todo así e ir a darse un baño.
Fue en ese preciso instante cuando todo comenzó. La lata de pintura negra (¿Por qué habría tenido que elegir ese color para el piso?), se tambaleó por un instante haciendo equilibrio sobre un lado de su redondo borde inferior, si cabe esa explicación,luego de haber recibido un accidental "patadón" de parte de a muchacha acalorada. Inmediatamente una enorme marea negra comenzó a extenderse por la superficie del piso del comedor, mientras la achicharrada mujer, presa de un repentino ataque de parálisis emotiva, contemplaba impávida el desarrollo del fortuito acontecimiento. Yo no sé si era por el calor, por la sorpresa, o por la bronca, pero el hecho es que ella no movió un solo músculo mientras el desparramo de pintura comenzaba a rodear las plantas de sus pies.
De repente, la garganta de la muchacha articuló un cavernoso gemido que nacía espasmódicamente y con fuerza desde sus entrañas, pero que no llegaba a resonar en el ambiente, como quien grita en medio de una pesadilla tratando de despertar. Lo que ella no sabía, era que la pesadilla recién estaba comenzando. Aún sin poder moverse empezó a notar que la mancha tiraba de sus pies, como si pretendiera tragársela. Intentó pedir auxilio, aún sabiendo que nadie estaba lo suficientemente cerca como para escucharla y socorrerla, y todo lo que consiguió fue repetir el mismo gemido de ultratumba de antes. Entonces oyó una voz que parecía provenir de su propio interior que le decía:
"Dejate llevar... no te resistas..."
Sin embargo, muy lejos de aceptar la íntima sugerencia, ella volvió a intentar con el grito que nacía de sus entrañas... y nada, ya ni siquiera el gemido cavernoso atinó a salir por su boca abierta. La desesperación en su interior era ya a esas alturas, como una pelota de fuego que rebotaba por todos los lados de su cuerpo, el cual de todas maneras, permanecía inmóvil. Cuando el terror comenzaba a ganarle la batalla, esta señorita viendo sus pies que se cubrían de pintura negra, notó que su cuerpo se reflejaba en la superficie del piso, y dejándose llevar por la imagen comenzó a olvidarse de la situación en la que se encontraba, como si hubiera caído presa de un encantamiento.
Notó que a medida que sus pies desaparecían dentro del mar de pintura, se iban formando círculos y ondas alrededor de ellos, y éstos círculos y ondas llevaban en sí todos los colores del prisma. Llegó a descubrir en ellos pequeñas burbujas desplazándose, como si se tratara de diminutos planetas girando en órbitas perfectas alrededor de sus pies que estaban desapareciendo.
Pronto, pero sin prisa, la pintura se la "comió" hasta los tobillos, y ella se fascinaba viendo el espectáculo de los pequeños planetas girando en sus órbitas aún más perfectas y circulares. Ya no oponía ningún tipo de resistencia, ni física, ni emocional, sólo se dejaba llevar, como se había sugerido a sí misma en algún momento.
El hecho, es que mientras los planetoides giraban, ella estaba ya hasta las rodillas hundida en la pintura que se la iba tragando implacable.
Cuando ya llevaba desaparecida hasta la altura de las caderas, observó el reflejo de su cuerpo sobre el mar negro. Se veía muy empequeñecida, como si hubiera vuelto a la edad de cinco años. Se concentró en la imagen que le devolvía el piso, y comenzó a verse fea, desfigurada, ya no como la linda niña que había sido, sino más bien como una especie de gnomo feo, de esos que aparecen en los cuentos de los hermanos Grimm. Sin embargo no la asustó la absurda imagen, que por más absurda que fuera, jamás podría llegar a superar a la situación en la que estaba literalmente metida, sino por el contrario, se sintió fuertemente atraída a observarla detenidamente. Entonces el reflejo, que se seguía achicando a medida que ella era devorada por la pintura, destelló con fulgurosos matices dorados ante sus ojos, formando remolinos matizados en tonos naranjas, rojos, violetas y azules, que se iban apoderando de cada uno de los pequeños planetoides y sus órbitas incorporándolos a su propia luminiscencia.
La muchacha ya no sentía calor, ni miedo, ni sorpresa. Sólo curiosidad por saber que era lo que le deparaba el destino.
En poco tiempo más, la pintura se la había tragado hasta los hombros, y su cabeza de rubios cabellos se veía como un zapallo sin cosechar en medio de un campo negro. Sus ojos se movían de un lado a otro tratando de rescatar las preciadas imágenes que se seguían reflejando, y a las que ella en tan poco tiempo, había a prendido a querer y a disfrutar, pero ya casi no podía apreciar nada por más que forzara a sus ojos a dirigir la mirada hacia abajo... es que hacia abajo iba direccionada toda ella.
Por un momento se inquietó un poco al darse cuenta de que la pintura cubriría su nariz y ya no podría respirar, peor no se permitió a sí misma estropearse la experiencia, y sin comprender del todo el porqué, se entregó a los acontecimientos casi se diría, con alegría.
La pintura se tragó el mentón, la boca, la nariz... ¡Qué extraño! No se estaba ahogando. Lamentó el momento en que la pintura comenzó a tragar sus ojos, ya que había comenzad a ver el reflejo de las paredes de la habitación desde otro punto de vista, como tal vez las hubiera podido ver anteriormente alguna vez si se hubiera "bajado de tanto en tanto de su caballo", pero así y todo, no se entristeció.
Mientras su frente se iba hundiendo, ya sin posibilidades de ver el mundo exterior, recordó que al principio de todo esto había pensado en una pesadilla, y sin embargo ahora se podría decir que se sentía como contenida, y forzando un poco su memoria, llegó a la conclusión de que era la primera vez que se volvía a sentir así desde el día en que debió abandonar el útero materno.
De repente sintió que la succión se hacía más y más fuerte, como si la pintura quisiera llevársela hasta las entrañas mismas de la Tierra, y notó con sorpresa que la sensación de tener el cuerpo aprisionado y paralizado que había experimentado mientras se la tragaba la pintura negra había desaparecido por completo, dejando paso a una fresca sensación de libertad. Entonces se dio cuenta que sus ojos estaban cerrados, y esto ocurrió casi al mismo tiempo en que sintió que sus pies tocaban algo parecido a "tierra firme".
Despegó lentamente sus párpados, e inmediatamente una densa niebla de color celeste entró por sus ojos abiertos hacia el interior de sí misma. En un principio no pudo distinguir nada, pero lentamente comenzó a notar siluetas que se movían mansamente a su alrededor. Parecían cuerpos humanos, pero no podía distinguir las facciones de sus rostros. Todos ellos parecían estar hechos de pura luz, y por un momento creyó que se trataba de ángeles, pero se equivocaba...
cuando intentó caminar, se dio cuenta que en vez de eso, flotaba en medio de ese aire extraño de color celeste. Quiso acercarse a esos seres, peor cuanto más cerca creía estar de ellos,más lejos se encontraban. Quiso hablarles, pero se dio cuenta que no tenía palabras, como si todas ellas se hubiesen ido de repente. Necesitaba saber donde se encontraba, pero estaba incapacitada para comunicarse con los habitantes de aquel extraño lugar, o al menos quería acercarse a ellos.
Entonces ella comenzó a angustiarse. Estaba rodeada de seres, pero se sentía sola en medio del abismo celeste.
Pudo observar que los seres hablaban entre ellos, pero ella no podía escucharlos. Vio que de pronto un grupo de ellos se le estaba acercando. y se sintió feliz... pero ellos ni siquiera notaron que ella estaba allí, y pasaron sobre su cabeza y siguieron de largo, vaya a saberse hacia donde. La muchacha los quiso tocar, y entonces se dio cuenta que ni ellos ni ella poseían cuerpos materiales, por lo que sus supuestos brazos traspasaron los cuerpos de las figuras luminosas que ya la habían dejado tras de sí.
Quiso gritar, pero ya no tenía garganta; quiso escuchar, pero ya no tenía oídos; quiso llorar, pero ya no tenía ojos ni lágrimas, y así fue que conoció el llanto del alma, el pedido de auxilio que no llega a destino, la pena y la soledad eternas...
En ese lugar no existía el tiempo, por lo tanto ella no sabía si desde que fue tragada por la pintura hasta su arribo a el celeste lugar había pasado un segundo o una eternidad. Pudo aprender a ver mejor entre la niebla, y comenzó a vislumbrar paisajes hermosos, de los cuales no podía disfrutar, porque todo se mostraba ante ella, pero no era para ella. Los seres que habitaban el lugar se veían felices, gozando del encantador sitio, cantando y saboreando las coloridas frutas que pendían de los árboles, peor ella no podía hacer nada más que contemplar cómo los demás disfrutaban, como si ella jamás hubiera llegado a ese lugar. Entonces recordó tantas veces en las cuales no había querido escuchar las quejas ajenas, aquellas veces en las que había hecho oídos sordos a angustiosos pedidos de auxilio de sus conocidos, como así también recordó todas y cada una de las oportunidades en las que no había podido disfrutar de lo que tenía, por pretender siempre tener más, quedando atrapada en el mar de la angustia, porque lo que no poseía le impedía gozar de lo que tenía...
Fue entonces que se dio cuenta que se encontraba en su propio infierno, en el mismo que ella por sus propios medios se había encargado de construir día a día durante toda su vida.
Estaba en la estructura basal de su alma, ya no tendría que escuchar más a nadie, pagando el precio de nunca más ser escuchada; ya estaba rodeada de todo lo que necesitaba para ser plena y feliz, pagando el precio de no poder disfrutar de nada...
No podía sentarse, ni pararse, ni frenar sus atormentadores recuerdos, no podía ir a ningún sitio aún estando en todas partes.
Estaba en el infierno
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